Mujeres Tehuelches

Es recurrente en esta página, frente a algunos post en los que reflejamos la violencia y el genocidio a los que fueron sometidos los pueblos originarios de Patagonia, que haya individuos que se indignan y que nos “acusen” de mirar la historia con los ojos de hoy, sosteniendo que en aquella época todo el mundo pensaba así.
Que Julio A. Roca, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y otros tantos genocidas y racistas de la misma laya expresaban el pensamiento de toda una época, compartido de manera ecuménica…
Falso de toda falsedad por que otros personajes de relieve y un porcentaje importante de la opinión pública del momento estaban en contra y se oponían a esto. El propio diario de Bartolomé Mitre, bien entrada la “Conquista del Desierto”, por ejemplo. O Álvaro Barros, Aristóbulo del Valle, por nombrar otro par de ilustres.
Las citas eruditas podrían ser muchas al respecto, pero sería entrar en el juego que plantean la ignorancia y su sustrato peor: aquel que hace que en el fondo, hoy, esas personas consciente e inconscientemente buscan justificar a estos asesinos del pasado porque piensan igual.
Porque para sostener lo que sostienen hay que descartar de plano la humanidad y el derecho a la vida de las víctimas. ¿O estos tipos que se indignan piensan que los gauchos y los indios, cuando los degollaban, ponían el cogote gustosos? Por supuesto que no.
Pasa que estos tipos ni siquiera se plantean que estos grupos humanos tenían derecho a vivir y por lo tanto inconsciente, profundamente, consideran que eran “no humanos”, poblaciones explotables, suprimibles y sin derecho siquiera a decir: “No estamos de acuerdo con que nos maten, nos encierren, nos esclavicen”.
Para ello hay que tener como mínimo una gran pobreza de conocimientos, porque hasta los diarios conservadores y racistas como La Prensa y La Nación del momento, llegado el caso, denunciaron estos atropellos. Y una gran pobreza de imaginación, de tan cooptados que están por el pensamiento dominante que los convierte en un engranaje de reproducción y actualización de esa misma violencia.
Pobreza que es escases de un grado mínimo de empatía y humanidad, y atesoramiento de un racismo y un desprecio que aflora aunque traten de ocultarlo.

Fotografía: Mujeres tehuelches cautivas en los Cuarteles Militares de El Tigre; uno de los tantos campos de concentración, tortura y exterminio. Buenos Aires. 1885.
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