Estatizaron ilegalmente YPF, le hacen perder al país 16 mil millones de dólares, no reconocen que son corruptos, inútiles e impunes y se postulan como candidatos
(Por: Rubén Lasagno) – La noticia que tomó estado público ayer, es que Argentina fue condenada a pagar 16 mil millones de dólares por la estatización de YPF que hicieron en el 2012 Cristina Fernández, Axel Kicillof y Julio de Vido.
En aquel momento Kicillof, haciéndose el superado, alardeaba de que el Estado nacional pagaría 6 mil millones “roñosos” por una empresa “de bandera” y trataba de tarados a quienes se oponían con argumentos que filtraban lo que 11 años después explotó en el bolsillo de cada argentino y especialmente el pobre, el más humilde quien deberá pagar la decisión de estos ineptos que también tuvieron la complicidad de muchos radicales, convengamos.
Ahora, además de los 6 mil millones de dólares que perdimos en esa transacción caprichosa, patotera y tercermundista, la justicia estadounidense condenó al país a pagar 16 mil millones de dólares y la empresa vale cuatro o cinco veces menos.
Cuando uno mira los videos de archivo, donde la entonces presidente Cristina Fernández flanqueada por Kicillof, Boudou y Randazzo mira desde un nivel superior a suyos y ajenos, mientras las focas aplaudidoras, conocidos impresentables como Depetri, por ejemplo, se rompen las manos, se hinchan de patriotismo y los ojos lucen brillosos de la emoción por la argentinidad al palo que, uno no puede abstraerse de pensar lo estúpidos que somos los argentinos.
Sin duda estos impresentables son unos verdaderos brutos que juegan a los bolos con bombas atómicas. Esta gente abyecta, mentirosa, corrupta y populista de cuarta, se ha dado el lujo de cargarle a la Argentina una deuda impagable, que recaerá sobre varias generaciones, quienes tendrán que laburar para pagar los delirios (y los negocios) de estos fracasados.
Y no están lejos. Son los mismos que nos gobiernan hoy. Son quienes nos arrastran al precipicio como país y piden reincidir, proponiéndose en candidaturas que, a la luz de esta realidad, resultan absurdas e incoherentes.
Pero todo esto sería imposible si hubiera justicia, autocrítica y cancelación pública.
Justicia, exigiéndole a los firmantes de esta deuda que se hagan cargo, embargándolos de por vida; autocrítica, si cada responsable asumiera seriamente las consecuencias de su fracaso y la cancelación pública si a los responsables de llevarnos al desastre se los eliminara de todo cargo público y cuando integra una boleta electoral, el pueblo le diera la espalda.
Pero en Argentina existe muy poco o nada de todo esto. El pueblo de memoria corta y estupidez profunda, admira a los resilientes de la corrupción, el engaño y la mentira, que pueden volver a ofrecerse como candidatos y el ciudadano no duda en volver a elegirlo, tropezando más de tres veces con la misma piedra, lo cual revela algún problema patológico grave. ¿Triste, no? (Agencia OPI Santa Cruz)