El peligro de un Macri alienado
- Las últimas elecciones resultaron inesperadas para quienes fueron los beneficiarios de aquel resultado, pero mucho más impensadas para todos los que apostaban por la continuidad del gobierno de Mauricio Macri.
- Una vez más, se produjo para una buena parte de la sociedad argentina un resultado que para ese sector era inconcebible. Este es un problema que afecta a nuestra comunidad, y tiene que ver con la fractura ideológica y la división de un país atravesado por dos sensibilidades muy distintas. Esto provoca que cada grupo se encuentre ensimismado, y se produzca lo que se llama la “campaña de eco”. Cada sector escucha los mensajes que le sirven para organizar una imagen a futuro adecuada, en muchos casos, arraigada a su propio deseo.
- Esta situación también se notó en 2015 cuando el triunfo de Macri se volvió inconcebible para una buena parte de la sociedad, e incluso para Cristina Kirchner. Ese 9 diciembre, a un día del traspaso presidencial, la exmandataria pronunció un discurso desde el balcón de la Casa Rosada donde sintéticamente sostuvo que el resultado de las elecciones se debía, en gran parte, a un malentendido.
- En otras palabras, se trataba de un malentendido que los medios de comunicación hegemónicos, la Justicia al servicio de esos medios, las grandes corporaciones y, sobre todo, los acreedores externos habían trasladado a los votantes. Si bien, en ese entonces, Cristina no llegó a decir que aquel sector votó equivocadamente, gran parte de la población entendió que con la llegada de Macri sucedió algo que no debía pasar.
- Algo similar ocurrió ayer durante la conferencia de prensa que dieron Macri y Pichetto. El Presidente dio a entender que, de un modo u otro, la gente se equivocó al votar. Si bien lo dijo de otra manera, señaló que se eligió a un grupo de representantes encabezados por Alberto Fernández y Cristina, quienes no resultan confiables para los mercados y el mundo.
- Ahora bien, partiendo de esa base habría que esperar, entonces, que la gente interprete bien qué es lo que resulta confiable para el mercado y que vote en consecuencia, o esperar a que Fernández le de la espalda a quienes lo votaron y adhiera a la política económica vigente, y de ese modo el mercado se calme. Se trata de una idea bastante disparatada que no captura lo esencial del sistema democrático.
- Si el Gobierno se mantiene en esa dirección, esta idea va a traer una cantidad de problemas. Lo preocupante es que la negación de lo que sucedió antenoche fue manifestada no solo por Macri sino que también por Carrió, quien llegó a decir: “Esta elección no existió y en octubre vamos a ganar”. Si bien aquella reacción parecía ser la derivación de un momento de schock, ayer durante la conferencia de prensa ese malestar emocional se volvió a reflejar. Esta vez, en la argumentación de un gobierno que se puso en comunicación consigo mismo y después de deliberar, durante el día, llegó a las mismas conclusiones.
- Por su parte, el Presidente no pidió ninguna renuncia en su entorno, algo que le ofrecieron tanto anteayer como ayer a la mañana. Asimismo, decidió no hacer anuncios de medidas económicas, aunque ya se están pensando algunas que el mismo Macri sugirió. Todas ellas dirigidas a aliviar la situación de la mediana y pequeña empresa, puntualmente para resolver problemas de créditos o embargos que asfixian a este sector, directamente relacionado con la clase media, quien está especialmente enojada con el Gobierno.
- De todas formas, más allá de las medidas que se están elaborando, lo importante es que a Macri le cuesta percibir lo que sucedió anteayer. Es decir, que no se trata de gente que votó a candidatos que enardecen al mercado, sino que el mensaje que le envió el 47 por ciento de los votantes es que lo que perdió consenso es la política económica del Gobierno.
- Eso no quiere decir que sea la equivocada. Por su parte, Macri cree que es infalible y que le falta tiempo para demostrarlo. “Déjenme llegar a octubre que la gente va a entender que este es el camino”, es justamente el argumento del Presidente. Sin embargo, el problema es político y no importa qué tan acertada o equivocada sea la política económica, sino que lo esencial es que perdió legitimidad. Y en un sistema democrático los gobiernos necesitan legitimidad para llevar adelante sus políticas. Este es el problema central del Gobierno.
- Pero hay una paradoja y una situación poco frecuente que tiene ver con la naturaleza misma de las PASO. Las primarias se han convertido en una elección general y, cuando ocurre una votación general con el resultado de anteayer, lo que sucede habitualmente es que los gobiernos se preparan para una transición en la que suponen van a tener que entregar el poder a una fuerza política de signo contrario que se impuso en las urnas.
- Sin embargo, el Gobierno o el mismo Macri se encuentran ante esta paradoja y tienen que pensar obligatoriamente en un transición, porque los números indican que es casi imposible revertir el resultado de las PASO. Pero, al mismo tiempo, el oficialismo sigue estando en campaña porque va haber elecciones en octubre a intendentes, senadores, diputados e, inminentemente, una elección en la Ciudad de Buenos Aires donde posiblemente se juegue el destino del único líder de Cambiemos que quede bien parado.
- Entonces, aquí está la contradicción: por un lado, si el Gobierno se entrega a gobernar para terminar el mandato en orden, ya que tiene que llegar a un acuerdo con Alberto Fernández, porque le guste o no a Macri, y a quienes lo apoyan, la gente lo dotó al candidato presidencial del Frente de Todos como el único o el más importante, proveedor de gobernabilidad.
- O, si el oficialismo continúa en modo electoral, lo que va a tratar es de competir contra Fernández, con lo cual es un enorme estímulo para que él no preste ningún grado de gobernabilidad, y eso es lo que se espera que suceda. Justamente ayer la conferencia de prensa fue en esa misma dirección y lo que Macri eligió fue denostar a su contrincante y señalarlo como el culpable de lo que sucedió ayer en los mercados. “Esto es una prueba de lo que va a terminar pasando y de lo que ustedes, los argentinos, van a sufrir si gana Fernández”, fue uno de los conceptos principales que difundió Macri. Y lo más probable es que gane Fernández.
- En tanto, desde el Gobierno dicen que se debe mantener el tono de campaña por los intendentes, los legisladores y el Jefe de la Ciudad, que se juegan su destino en octubre. Sin embargo, hay un argumento en contra. Si el camino elegido por el oficialismo es no prestar atención a los problemas de gobernabilidad y a las consecuencias económicas que van a tener estos movimientos de mercado, lo más probable es que la votación general para esos candidatos sea más dramática que la de anteayer.
- Centralmente, Horacio Rodríguez Larreta obtuvo un 46 por ciento de los votos y, si el Gobierno sigue por ese camino, como en una especie de alienación respecto de lo que pasa y del mensaje que ha recibido, no habría que sorprenderse de que Larreta saque menos votos en octubre. De eso se trata la paradoja: en la medida en que el Gobierno rivaliza con Fernández probablemente pierda más votos.
- Lo mismo sucede, en otra medida, en la relación Macri y Lavagna. El Presidente llamó ayer al exministro y hablaron de encontrarse. En el entorno del Gobierno existe la fantasía de que Lavagna desista de competir para octubre de tal manera que los votos de él vayan automáticamente a Macri.
- No obstante, todavía no está demostrado que esos votos pudieran ir para Juntos por el Cambio. Pero en el entorno de Lavagna y el propio exministro dicen: ‘Ahora tenemos una gran oportunidad para seguir compitiendo. No porque vayamos a ganar, pero sí podemos sacar más legisladores, tener más influencias’. Dentro del espacio político creen que pueden constituir una fuerza más voluminosa. Pero, ¿por qué? Lo que sucede es que Macri perdió el principal encanto que tenía: ser el único que, ante el antikirchnerismo, estaba en condiciones de ganarle a Cristina.
- Luis Barrionuevo, por ejemplo, que es una figura central en el entorno de Lavagna, y posiblemente sea quien más lo ha sostenido en todo este tiempo materialmente, cree que las cosas deben ser al revés: que el que se debe bajar es Macri y que todo el oficialismo tiene que posicionarse detrás de Lavagna porque es quien tiene mayor posibilidad de ganarle al kirchnerismo. Esto quiere decir que, también en la interlocución del Gobierno y quien salió tercero, empieza a haber un enorme malentendido.
- Dentro del propio oficialismo todo esto se va a empezar a notar, sobre todo si las variables de la economía no son las que Macri espera. Y probablemente no lo sean. Ya ayer había un enorme malestar en el entorno de María Eugenia Vidal. Incluso se había corrido la voz de que posiblemente la gobernadora no quisiera competir en octubre. Esto después fue corregido.
- Empiezan a reaparecer o aflorar disidencias que conocimos públicamente hace apenas dos meses cuando las variables económicas estaban en una situación de volatilidad, sobre todo el tipo de cambio y la inflación, que después se serenaron.
- Posiblemente, si las variables económicas como inflación, tipo de cambio, movimientos del mercado en acciones, títulos, recesión siguen el camino que iniciaron ayer, la candidatura de Macri va a volver a ser puesta en cuestión. Por mucho menos hace unos meses se hablaba de un Plan V y el panorama económico era bastante más tranquilo que el de ayer.
- Hubo, además, un segundo problema, delicadísimo, que apuntó Fernández y que señalan muchos economistas del oficialismo: que empieza a haber un problema de precios y capital de trabajo. Nadie presta y nadie compra y esto produce más recesión de la que había. Y ese proceso recesivo puede ser muy rápido y, a su vez, la disparada de dólar, la cual ayer tuvo una devaluación del 30%, va a producir seguramente un impacto inflacionario.
- Inmerso en este contexto, Fernández mantuvo ayer conversaciones con gente amiga de él, ligada al sistema financiero, que le pidió algún tipo de mensaje de calma para brindar a Wall Street y evitar, así, un derrumbe. Pero el candidato presidencial sostiene que ese mensaje lo tiene que dar el mismo Gobierno. Pero, ¿ por cuánto tiempo va a poder mantener esta posición?
- Desde un punto de vista maquiavélico están los que dicen que Fernández está esperando que todo se derrumbe y se deteriore más para que el Gobierno salga destruido y eso le permita tener una gran trasferencia de poder que le facilite más los ajustes que va a tener que hacer inevitablemente. Se encuentran, también, quienes sostienen que se trata de un gesto de responsabilidad porque él que va a tener que hacer una gestión muy dificultosa, sobre todo, al comienzo. Entonces, no debería gastar parte de su capital político en un Macri que solo lo está acusando de ser el culpable de todo.
- Más allá de cuál sea la responsabilidad o el maquiavelismo de Fernández, lo cierto es que pretende no contaminarse con una crisis que lo afecta a Macri. Habrá que ver hasta qué punto.
- En el mundo kirchnerista tampoco se suponía que el resultado iba a ser tan contundente y esto puede abrir paso a un replanteo de la estrategia política. Cristina estableció justamente su estrategia a partir de una hipótesis asociada al nivel de repudio que hay en la sociedad argentina a sus ideas de gobierno y su imagen moral. No obstante, un resultado como el de las PASO puede hacer que ella revise esta impresión y sostenga que hay más margen que lo que pensó en un momento inicial.
- De ser así, esto podría provocar una mayor presión o condicionamiento por parte de Cristina y el principal instrumento de intervención, que es La Cámpora, frente a Fernández.
- Sin embargo, el exjefe de Gabinete tiene una estrategia inicial que supone que Cristina no ha sido, sobre todo en su gestión después de la muerte de Néstor Kirchner, la líder conceptual del peronismo. Y enfatizó anteayer en su discurso que va a gobernar con los 24 gobernadores, lo cual incluye también a los de Juntos por el Cambio.
- Esta estrategia hace que se esté hablando de Juan Manzur, muy cuestionado por su gestión institucional en Tucumán, como eventual jefe de Gabinete. Por otro lado, Eduardo “Wado” de Pedro podría ser el ministro de Interior, quien es considerado como el líder más atractivo que tiene La Cámpora. Por su parte, León Arslanian podría ser considerado como ministro de Justicia y Jorge Argüello como canciller o encargado de la política exterior en la Casa Rosada.
- Eduardo Valdés, que fue embajador de Cristina Kirchner en el Vaticano, va a ocupar un lugar muy importante porque fue el hombre que le aconsejó a la exmandataria que lo recupere a Alberto. No extrañaría, entonces, que resultara Secretario General de la Presidencia para ocupar el rol de quien está al lado del Presidente y lo asiste en la política cotidiana. Además, se habla del lugar que podría ocupar Jorge Taiana, seguramente ligado a la política exterior. En el caso de Guillermo Nielsen, uno de los principales hombres de consulta del candidato, si bien no está claro qué cargo va a ocupar, se sabe que forma parte del equipo de economistas de Fernández.
- Al igual que lo que sucede en Brasil, y en tantos países en Europa, el motor de la política argentina es el repudio. Cada grupo vota por alguien que impide la llegada del otro. Esto se explica porque los dos protagonistas de la escena, tanto Macri como Cristina, tienen altísimos niveles de impopularidad y de rechazo. Por lo cual, a mucha gente le da vergüenza votar por ellos y probablemente ese sea uno de los motivos detrás de los inconvenientes que tuvieron las encuestadoras a la hora de reunir los datos del electorado y poder predecir los resultados.
- Este rasgo de la política argentina deriva en otra cuestión, que tiene que ver con la legitimidad de las gestiones y con la viabilidad de las administraciones. Si el único mandato que le damos a un candidato es que impida que llegue el otro, esa gestión se agota a partir del momento que ese político triunfa en la elección.
- Los que votaron a Alberto Fernández, en su gran mayoría, le están pidiendo: ‘sacálo a Macri del poder’. Habrá que ver si él logra, una vez que lo saque al líder de Cambiemos, que le convaliden todo el resto del contrato .
Fuente La Nación.