De qué manera el estrés puede afectar a tu corazón
El estrés forma parte de nuestro día a día, más en pandemia. Pero tiene un riesgo y es que lo vamos acumulando y si se instala en nuestra vida diaria de forma permanente puede ser muy perjudicial para nuestra salud, no solo física sino también mental. Veamos cómo le afecta al corazón, que es uno de los órganos fundamentales de nuestro cuerpo.
Para ello entrevistamos en Infosalus a la doctora Miriam Sandín, vocal de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) quien recuerda en este sentido que el estrés está considerado desde el punto de vista cardíaco como un factor de riesgo y que cada vez cobra más importancia.
“Se ha visto que no solo puede ser un factor precipitante en las enfermedades del corazón sino que también tiene implicaciones pronósticas, es decir, si una persona con una enfermedad del corazón tiene estrés previsiblemente tendrá una peor evolución“, remarca la experta.
De hecho, la cardióloga subraya que el estrés es uno de los factores que más afecta al corazón junto por ejemplo el trabajo, el aislamiento social, los problemas familiares, frente a la muerte de un ser cercano o en situación de desastres naturales o eventos deportivos.
En este punto, la Sociedad Española de Cardiología recuerda que estudios epidemiológicos realizados tras grandes crisis y catástrofes revelaron que el estrés mental acaba desencadenando enfermedades cardiovasculares: “Sucesos como los terremotos de Atenas (1981), Los Ángeles (1994) e Hyogo (1995) provocaron un aumento de entre dos y cinco veces las muertes no traumáticas debidas a problemas cardiovasculares. Y en los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, lo que las autoridades sanitarias detectaron fue un incremento en el número de disparos de los desfibriladores cardíacos automáticos implantados en pacientes para restablecer su actividad cardíaca”.
Así, con el estrés, según prosigue la especialista, se liberan una serie de hormonas que hacen que el corazón vaya más rápido de lo normal, en consecuencia aumenta la presión, y a la larga favorece la predisposición al sobreesfuerzo en la carga de trabajo del corazón y a determinadas patologías cardíacas.
“Su cuerpo responde al estrés en muchos niveles. En primer lugar, libera las hormonas del estrés que lo hacen respirar más rápido. Su presión arterial sube. Sus músculos se tensan y su mente corre a gran velocidad. Todo esto lo pone en acción para enfrentar una amenaza inmediata. El problema es que su cuerpo reacciona de la misma manera a todos los tipos de estrés, incluso cuando usted no está en peligro. Con el tiempo, estas reacciones relacionadas con el estrés pueden causar problemas de salud“, advierte por su parte la Bibilioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
EL ESTRÉS EN LA INFANCIA
Otro aspecto sobre el que la doctora Sandín llama la atención es que el hecho de haber presentado experiencias negativas en la infancia, que favorecen un estrés mantenido en esa etapa, contribuye con el desarrollo de enfermedades múltiples en la edad adulta. “Por ejemplo, niños que han tenido estrés mantenido en la infancia por abusos o porque han vivido situaciones estresantes de sus progenitores, tipo drogodependencias”, agrega.
De hecho, resalta que el estrés no solo puede afectar al desarrollo de una enfermedad sino también a su progresión, de forma que en personas con una enfermedad cardiovascular establecida, por ejemplo, cuando tienen estrés contarán con un peor pronóstico. Ahora bien, el efecto del estrés sobre nuestra salud también suele depender de la personalidad concreta de cada persona, según reconoce la vocal de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
Con todo ello, resalta que el estrés aparece ya en las guías de recomendaciones de pacientes con evento coronario y se recomienda tratarlo si no se puede gestionar por uno mismo o bien con conductas individuales o con terapia de grupo.
“No solo es un desencadenante la enfermedad cardiovascular sino el haber desarrollado estrés en la infancia es un factor de riesgo para el estrés en la edad adulta y además conlleva implicaciones en la evolución de estos pacientes a lo largo de su vida”, concluye Miriam Sandín.
Fuente: EuropaPress