Vahnovan: “no hay mayor placer que conseguir cosas con esfuerzo propio”
Sergio Vahnovan tiene muchos kilómetros en su espalda de recorrido. No solo cumbres, porque desde el momento en que se pone un objetivo, él sostiene “el camino ya se pone en marcha. Porque cada paso hace más concreto el proceso”.
El 5 de agosto se celebró el “Día del Montañista” en conmemoración en el calendario cristiano de “Nuestra señora de las nieves”, patrona de las actividades de montaña y venerada por esta causa hace más de 1600 años.
En Comodoro Rivadavia, Sergio Vahnovan “contagia” montaña cada vez que sale el tema. Se siente montañista desde los 14 años, cuando en una de las tantas salidas a pescar con su papá a Lago Fontana, decidió con un compañero del Deán Funes subir una cumbrecita, que era el único punto dónde no había vegetación.
Desde allí, su mochila recorrió los puntos más altos de la Argentina, de Canadá, de Rusia y el continente africano. Una de sus últimas excursiones fue a las alturas de las cumbres salteñas.
Más acá, el 31 de diciembre volvió a pisar la cumbre del Pico Salamanca, con “Susy” como compañera de aventura a sus 71 años. Así madre e hijo compartieron un recorrido más.
“Ser montañista no es lo que haces, sino lo que se genera en vos. Esas ganas de averiguar, planificar y ponerse en marcha. Todo autogestionado, porque no hay mayor placer que conseguir cosas con el esfuerzo propio”. Desde el momento que se propone un objetivo “el camino ya se pone en marcha. Porque cada paso hace más concreto el proceso”, sostiene a El Patagónico.
Por supuesto que no todo es romántico y agradable. A esa primera cumbre a sus 14 años, le vino un tiempo de impasse y un retorno en “modo trekking” en El Chalten, en etapa de estudiante universitario de ingeniería.
“Me invitó un amigo que hacía guiadas en el día a una zona de El Chalten. Yo fui con ropa inadecuada y mis zapatillas con las que jugaba al básquet. La verdad la pasé muy mal a nivel físico, los pies ampollados fueron la evidencia de ello, pero quedé con ganas de volver e ir por más”, rememora.
Fue todo un proceso, de crecimiento meticuloso en lo físico y en lo logístico. Sergio sumó voluntades (su padre oficia de “meteorólogo” a la distancia en cada una de sus excursiones), supo gestionar esfuerzos. Creo comunidad con otros montañistas, y sus horizontes trascendieron el país y recorrieron los puntos altos del mundo.
“A medida que sumas salidas, vas mejorando en todo. Y vas prescindiendo de elementos y llevando lo imprescindible. Porque a más altura, todo pesa mucho más”, comenta.
Por eso, los colores de San Lorenzo que flamearon en el Aconcagua o en el Monte Ebrus quedaron en casa. Pero así cómo los afectos, el amor por esos colores viajan en el corazón de Sergio.
“Como todo, el montañismo es un proceso de descubrimiento y planificación de nuevas rutas. De descubrimiento de uno mismo en la inmensidad de la soledad y de otros, porque tenes que coincidir a la hora de emprender el montañismo con otra persona. Porque en medio de la nada misma, la vida depende de cada uno de los miembros de la expedición” resalta.
Durante la entrevista con El Patagónico, Sergio no repara en las cumbres que hizo. La cumbre en sí misma no es el final del camino sino parte de él.
“De todas mis salidas, el 50% de las veces no hice cumbre. Pero ya de por sí estar ahí, compartir la aventura con otros y conocer gente durante el camino es por sí mismo una satisfacción enorme”, sentenció.
Fuente: El Patagónico.